La palabra virus vende y eso lo saben los publicistas y hasta los fabricantes de juguetes.
En pleno confinamiento, hubo cabezas pensantes que diseñaron la Nancy con mascarilla o el Virus Tester, un verdadero mini hospital en el que curar a una muñeca que dio positivo en Covid-19.
Se da por seguro que estos serán algunos de los juguetes más demandados estas Navidades y ocuparán un lugar destacado en la carta a Papá Noel o a los Reyes Magos. Tampoco faltarán juegos de cartas como el llamado Virus, con el cometido de ganarle la batalla al coronavirus.
Llevamos meses de constante transformación y la publicidad se convierte una vez más en notario de la actualidad y de la manera de vivir de una sociedad enferma en tiempo de pandemia.
El cartel que hace unos meses anunciaba la salida al mercado del nuevo smartphone, la marquesina de la parada del autobús que nos animaba a volar a destinos paradisiacos y hasta el legendario anuncio del vuelve a casa por Navidad, han caducado.
Han sido reemplazados por seguros de decesos, por lo que pueda pasar, alarmas para que no te entren a robar en esa casa símbolo de la seguridad que fue nuestro refugio durante el confinamiento y hasta garrafas de desinfectante que brillan a pie de carretera y presumen de ser el antídoto contra bacterias y virus, prometiéndonos una desinfección total, sin lejía.
Quienes buscan la viralidad echan mano de la muerte encarnada en la tétrica imagen de un actor de fina y desangelada estampa. No deja de ser atrevido que Campofrío, una empresa de fiambres se ría de la muerte con los tiempos que corren. O que la Lotería Nacional nos toque en el alma con mensajes de personas que se unen en tiempos de obligada distancia social.
Proliferan los anuncios institucionales que nos animan a comprar en Km 0, mientras esquivamos a riders de Amazon, Globo o Deliveroo por las calles de las grandes ciudades que pasan al sprint delante de comercios de proximidad que llevan meses con la persiana bajada y el cartel de Se Traspasa a medio arrancar por el viento del frío invierno.
Me imagino, cubiertos bajo la manta del teletrabajo, a los publicistas afilando el lápiz del ingenio para borrar la palabra virus y sobreescribir en grande la de vacuna, porque la publicidad de ahora y de siempre, aunque nos invite a soñar, camina de la mano de nuestro día a día, y ahora le toca estar a prueba de Covid.