La Organización Internacional de Policía Criminal, más conocida como Interpol, ha publicado nuevas directrices para las fuerzas del orden para evitar la venta de vacunas contra la covid-19 de manera ilegal o fraudulenta.
La epidemia del coronavirus ha motivado a los delincuentes a lucrarse ante la alta demanda de productos de protección individual y ha posibilitado que se hayan puesto en el mercado ilegal materiales que no reúnen las medidas sanitarias correspondientes con el fin de un enriquecimiento rápido aprovechando la situación de temor de la población.
La venta ilícita de medicamentos en Internet, como Pangea XIII y Qanoon, y otros productos relacionados con la Covid-19 han sido detectadas por las operaciones coordinadas desde la Interpol.
Ante el anuncio de los diversos gobiernos de la próxima llegada y distribución de las vacunas, previsiblemente en el primer trimestre del año 2021, Interpol ha advertido que las redes delictivas podrían centrar sus ataques a los centros de almacenamiento y distribución de estos esperados medicamentos.
El secretario general de Interpol, Jürgen Stock, anunció que «debemos imperativamente actuar desde ahora, para proteger la cadena de suministro auténtica para cuando la vacuna esté lista y para evitar la producción y distribución de vacunas contra la COVID-19 falsas”.
Recientemente, tres sospechosos han sido detenidos en Lagos tras una investigación conjunta de Interpol, el Grupo IB y la Policía de Nigeria por delitos informáticos. Se cree que los ciudadanos detenidos sob miembros de un grupo de crimen organizado más amplio responsable de distribuir malware, llevar a cabo campañas de phishing y estafas a través de correo electrónico comercial.
Migrantes y trata de personas
“Observamos que los traficantes de personas mienten para persuadir a unas personas desesperadas de que han de recurrir a sus servicios, con un coste económico y un riesgo más elevados a causa de las mayores dificultades para viajar por las restricciones impuestas a los desplazamientos”, explicó Jürgen Stock.
A modo de ejemplo, cabe señalar que a finales de marzo se hallaron los cadáveres de 64 hombres, migrantes probablemente fallecidos por asfixia, en el interior de un contenedor situado en la parte trasera de un camión. El vehículo se disponía a cruzar la frontera de Malaui a Mozambique. Dentro del contenedor había 14 supervivientes, que fueron rescatados y llevados a un hospital.
El cese casi total de los desplazamientos internacionales en marzo y abril supuso un paro absoluto del tráfico de migrantes por avión, en particular en vuelos intercontinentales. Las restricciones en el sector marítimo han repercutido también a corto plazo en las rutas de tráfico por mar, como las que cruzan el Mediterráneo desde el Norte de África hacia Europa.
A pesar de este bajón de actividad, el tráfico de migrantes por tierra y por mar prosigue en todo el mundo, y en condiciones aún más peligrosas. Los traficantes vigilan las fronteras para eludir los controles y mantienen las principales rutas terrestres, como la que va de Centroamérica a Norteamérica o la que une el Cuerno de África con Sudáfrica.
Europa y América del Norte, donde se encuentran los principales países de destino de la migración irregular y del tráfico de migrantes, forman parte de las zonas del mundo más afectadas por el brote de COVID-19. La información disponible apunta claramente a que los migrantes no han desistido de sus intentos por alcanzar estos lugares a pesar del riesgo de contagio.
En general, las medidas de cierre de fronteras y de confinamiento han dejado a los migrantes temporalmente atascados en el camino, pero a la vez han brindado nuevas oportunidades a los traficantes dispuestos a asumir más riesgos para obtener más beneficios.