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Un mal jugador que hace trampas, que rompe la baraja cuando no le van buenas cartas o que levanta el tablero con todas las piezas encima. Así es Donald Trump o al menos así se ha presentado al mundo.

Especialista en echar gasolina al fuego e incendiar twitter y con ello que las llamas llegasen a las calles y a las fronteras. Empeñado en construir muros y obsesionado con su America First, llegó incluso a exigir en el momento más crítico de la pandemia que la compañía 3M, establecida en Minnesota dejase de exportar sus mascarillas a Canadá y a américa latina y que sólo se distribuyeran en Estados Unidos.

Donald Trump, que superó la covid19 en un tiempo récord, al menos aseguró él a las pocas horas de decir que era positivo en medio de la campaña electoral. Capaz de ponerse la tirita antes de la herida. Consciente que podía perder las elecciones, ya adelantó que las elecciones eran un fraude en el primer debate e intentó levantar un dique de contención para impedir que un tsunami de votos se lo llevara por delante.

Han sido cuatro años, que para muchos se hicieron eternos especialmente para la población más vulnerable que veía cómo sus derechos eran pisoteados como la cabeza de George Floyd.

Y ahora, cuando además de su casi segura derrota electoral también ha perdido la batalla judicial al denunciar fraude electoral en algunos estados, a Donald Trump sólo le queda una salida, la del despacho oval y subirse con su familia al camión de las mudanzas que le espera a las puertas de la Casa Blanca.

Pasará a la historia de los Estados Unidos, entre muchas cosas, por ser el único presidente norteamericano que no ha tenido perro, eso sí, ha ladrado todo lo que ha querido en las redes sociales.

La imagen del día, que ya recorre el mundo y que posiblemente la tenía muy estudiada, es la que ha captado Carlos Barria, para Agencia REUTERS, que levantó su cámara para mostrar a un Trump empequeñecido ante el cartel de EXIT en sus horas más bajas.

Es más que probable que Donald Trump deje el sillón de la Casa Blanca, pero sigue preocupando el legado que deja tras cuatro años ocupándolo y cómo ha sembrado de trumpismo otros países del mundo, como Jair Bolsonaro en Brasil quien casualmente, como su maestro, también pasó la covid19 como una gripezinha.

Un periodista americano desenmascaró al candidato republicano en uno de sus últimos actos al mostrar cómo sus seguidores más incondicionales mostraban caretas con el rostro de Trump que habían sido fabricadas en China.

Ya sólo queda, que Trump y su familia, crucen el umbral siguiendo la indicación de EXIT y cierren la puerta al salir.

Por Jesús Abad

Periodista multimedia desde 1996

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