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El politólogo José Aragón analiza el conflicto entre el pueblo saharaui y Marruecos y la posición internacional ante una situación enquistada en el tiempo desde hace más de 45 años.

Quien firma esta información, tuvo la suerte de visitar estos campos de refugiados en Tinduff (desierto de Argelia) y conocer de primera mano cómo es el día a día de una población olvidada a ojos de los países.

En aquella ocasión, el entonces presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, Mohamed Abdelaziz (fallecido en mayo de 2016), reiteró la urgencia de que la Organización de Naciones Unidas respaldase un referéndum para la solución de la situación. Hasta el día de hoy, ese referéndum prometido nunca llegó.

Intervención del entonces presidente de la RASD, Mohamed Abdelaziz

Una animación de Aleix Saló explica el conflicto del Sáhara occidental. Buena parte de la población originaria del Sáhara occidental tuvo que abandonar sus tierras debido al acuerdo con Marruecos por el que Franco entregaba la zona poco antes de morir en 1975. Desde entonces, los expulsados residen en medio del desierto en los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia) y sobreviven desde hace más de 45 años gracias a la ayuda humanitaria a la espera de un referendum que nunca llega.

Marruecos construyó un muro de 2.700 kilómetros que impide el paso y está protegido por más de 10 millones de bombas lapa. En noviembre de 2020, el ejército del Frente Polisario rompe el alto el fuego y decide atacar a Marruecos en un conflicto enquistado en el tiempo.

En este contexto, han vivido y muerto diversas generaciones de saharauis. Quienes conocieron los inicios del conflicto, padres y abuelos de quienes ahora han decidido tomar las armas, llevaban años con la incertidumbre y el miedo de que la guerra contra Marruecos pudiera estallar en cualquier momento, porque cómo uno de ellos me confesaba «los jóvenes no tienen tanta paciencia como nosotros».

Escuchar esas palabras de alguien vestido con ropa militar en medio del desierto no era buen presagio. La sombra del conflicto armado de este David contra Goliat estaba presente en medio de esos gritos de familias desamparadas en medio del desierto.

En los campos de refugiados de Tinduf, lo único que hay además de arena es tiempo, para pensar, para imaginar y para tomar decisiones. Cualquier momento es bueno para conversar en torno a un té calentado en un pequeño hornillo y que vierten desde la tetera a un vaso y de un vaso a otro hasta lograr el gusto inconfundible que perdura en nuestro paladar.

En haimas o en construcciones de adobe, allí pasa la vida. Los mayores aún guardan el DNI español de antes de 1975, pero que ya no está reconocido como ciudadanos de un país del que tuvieron su nacionalidad reconocida.

Los niños han sido durante las últimas décadas verdaderos embajadores de la causa saharaui con iniciativas solidarias promovidas desde las diversas comunidades autónomas de España y también desde otros países. Iniciativas como Vacances en Pau, les ha permitido salir del desierto durante los meses en que la temperatura es más alta y llega a superar los 40 grados.

Algunos de esos niños y niñas han buscado un mundo mejor lejos del desierto y esas acogidas temporales les ayudaron a alargar su estancia en países como España para continuar sus estudios o para trabajar. A falta de un reconocimiento oficial para su nacionalidad, se da la circunstancia que algunas de esas personas oficialmente no existen.

Es el caso de Mustafá Hafdala, uno de aquellos niños, que desde hace años reside cerca de Barcelona y trabaja como informático. Nos confiesa, en una entrevista emitida en el programa El Fanalet, de Montcada Radio, que ningún país reconoce su identidad, por el vacío legal que existe al no ser reconocido como ciudadano del Sáhara.

Mustafá Hafdala, en el programa El Fanalet de Montcada Ràdio

El ingenio, la creatividad y la amabilidad es una constante del pueblo saharaui. Capaces de transformar cuatro alambres viejos en un coche teledirigido o en suplir la falta de un interruptor en el hospital pasando el cable por una jeringuilla que se activa o desactiva cuando el médico la aprieta. En esas condiciones de vida o de muerte, ha estallado el conflicto que ahora ocupa, a veces, unos minutos en los telediarios.

Los proyectos de cooperación realizados durante este tiempo con ayuda del exterior han permitido que esa espera sea algo más llevadera pero no ha sido suficiente para evitar la decisión de entrar abiertamente en combate contra Marruecos.

Emisora de radio en los campamentos saharauis de Tinduf (Argelia). Foto: Jesús Abad

Las instalaciones que se mantienen en los campamentos de refugiados gracias a la ayuda humanitaria incluyen una emisora de radio y un hospital dónde se atienden las urgencias.

Hospital en los campamentos saharauis del desierto de Tinduf (Argelia) Foto: Jesús Abad

En el Podcast de Glocal, encontraréis más información:

Por Jesús Abad

Periodista multimedia desde 1996

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