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Tengo una teoría, aunque aún no ha sido publicada en ninguna revista científica de prestigio, que sostiene que cada vez que alguien escribe una falta de ortografía, una ardilla se tropieza y cae.

Anoche, una ardilla se suicidó tras leer este titular en el telediario de TVE, pocos minutos antes del discurso del Rey en Nochebuena. «Papá Noel vaja ya desde Laponia».

En ese momento, recordé las palabras de María José Lavilla, quien fuera profesora de lengua española en la facultad de Periodismo en el CEU San Pablo de Valencia. «Si ustedes quieren ser periodistas, deben dominar el lenguaje. A quién cometa una falta de ortografía, no le corregiré el examen».

Esa amenaza del primer día de clase fue suficiente para que buscásemos sinónimos o frases para esquivar cualquier error ortográfico en nuestros textos. Lavilla, que se jubiló en 2017, es una apasionada del lenguaje. Llegaba al aula con un carro de la compra. «No se rían, es la mejor manera que he encontrado para traerles los libros que quiero que conozcan. Aquí tienen el María Moliner, aquí el Diccionario de español urgente, éste es el Diccionario de Dudas de Manuel Seco, el Manual de Estilo de El País …» y así una enorme lista de herramientas con las que perfeccionar nuestra manera de redactar.

«Deben ser conscientes de la responsabilidad que tienen en sus manos, cuando publican porque su mensaje llega a muchas personas», nos aconsejaba subida en la tarima de madera del aula de Periodismo. Escucharon sus palabras algunos de los que actualmente son reputados profesionales como Javier Ruiz, actual jefe de Economía de la Cadena SER.

A día de hoy, los correctores de estilo han dejado de estar en nómina de las Redacciones y han sido reemplazados por aplicaciones informáticas de la familia del Google translator en el mejor de los casos.

El titular que TVE publicó en el Telediario, en Nochebuena y en horario de máxima audiencia, fue escrito por alguien que no fue alumno o alumna de Maria José Lavilla, de eso estoy seguro y no creo que tenga claro si ¿vaja o suve?

Y a esa hora, ¿dónde estaba Miguel Sáenz? El académico de la Real Academia de la Lengua Española que ocupa el asiento de la letra B debió notar un cierto temblor en la pata de su silla o quizás se atragantó con la cena. Uno de sus cometidos es el de velar por el correcto uso del lenguaje y por el lema de la RAE, «limpia, fija y da esplendor».

Anoche, aquel error respondió la pregunta que Pilar Fuentes lanzaba en twitter ¿Pensábais que nada podía ir peor en 2020? Y @neyka2005 sentenció: «Me sangran los ojos».

Quiero pensar que los académicos de la lengua andan muy ocupados salvando ardillas que, ante faltas de ortografía como la que vimos anoche, se lanzan al vacío a la desesperada por las patadas que reciben los diccionarios.

Por Jesús Abad

Periodista multimedia desde 1996

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