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Con la proliferación de los rebrotes en algunas regiones de España que están obligando a restringir la movilidad de la población, merece la pena recordar cómo varía el riesgo de propagación del coronavirus dependiendo de en qué lugar nos encontremos o de las acciones que hagamos.

A la obligatoriedad del uso de la mascarilla, el lavado de manos y el mantenimiento de la distancia social, se unen evitar lugares muy frecuentados o por los que pase mucha gente.

Según ha publicado el Covid-19 Recovery Consulting, es necesario no bajar la guardia teniendo en cuenta los niveles de riesgo de infectarse por covid-19.

Así, se establece que el menor riesgo es permanecer en casa, realizar actividad deportiva en solitario y al aire libre o pasear al perro.

En el nivel medio bajo, se destaca ir a la compra. En este caso, conviene mantener el distanciamiento social, uso de guantes para coger los alimentos, uso de gel hidroalcohólico y lavar bien los alimentos antes de ser consumidos especialmente si son frutas u hortalizas. También hay que tener en cuenta que podría quedar el virus en el mando del carro o incluso en las ruedas del mismo. Evitar siempre que sea posible el uso del ascensor, al tratarse de un espacio cerrado por el que pasa y activa los botones muchas personas a lo largo del día.

Lugares que se consideran, según este estudio, de riesgo medio, está el hecho de acudir al hospital, dentista o museos. En caso de ir a estos lugares, se aconsejaría evitar tocar lo menos posible barandillas y bancos, y llevar un bote de gel hidroalcohólico para frotarse las manos al salir del lugar. Evitar en todo momento tocarse nariz, ojos u oídos.

Ir al gimnasio, acudir a la peluquería, a la oficina de trabajo y bares y restaurantes se considera de riesgo medio alto. Las medidas que inicialmente se están aplicando en algunos lugares como la reducción del aforo o la distancia entre mesas, parece no ser suficiente ante los rebrotes que se están produciendo. En caso de acudir a alguno de estos lugares, evitar el uso de espacios compartidos como las máquinas de refrescos o baños por los que pueda pasar muchas personas.

Y en el nivel de riesgo más alto se encuentran las fiestas, la realización de deportes de contacto, el transporte público, los oficios religiosos, viajar en avión, realizar actividades con gran número de personas como puede ser ir a un concierto o a ver un partido de fútbol.

La verbena de San Juan pasa factura

El 24 de junio se celebraban encuentros familiares y de amigos, en algunos casos multitudinarios, a pesar de la recomendación del alto riesgo que existía de contagio. Unos 10 o 15 días después, tiempo en el que se considera que afloran los efectos del contagio por covid-19, hemos visto como se volvían a instalar hospitales de campaña y aumentaba el número de casos, los llamados rebrotes.

Si recopilamos las imágenes de esos días que aparecieron en los medios de comunicación de algunas playas, restaurantes, calles de bares y de lugares en los que descansan en grandes grupos quienes recogen la fruta en la comarca del Segrià, en Lleida, podremos entender mejor la causa o causas que nos hacen alarmarnos estos días al cerrar la entrada y salida de ciudadanos de esa zona de Cataluña para evitar la propagación del rebrote.

En Ciutadella, se llegaron a juntar centenares de personas para celebrar la fiesta de Sant Joan, en unas imágenes que dieron la vuelta al mundo y claro ejemplo de irresponsabilidad ante una epidemia mundial. Sin mascarilla, sin distancia social. Miles de imágenes como ésta corrieron por las redes sociales.

¿Se podría haber evitado? ¿Se puede evitar? ¿Cuál es la solución? ¿Deberían aplicarse medidas más duras como multas cuando las personas no cumplan las normas?

Son muchas preguntas, de respuesta difícil, cuando existe el riesgo más que evidente de una crisis económica devastadora casi tanto como la crisis sanitaria. Pero, ¿en qué condiciones llegan nuestros sanitarios a los rebrotes o a la segunda oleada si ésta se produce?

El responsable del área covid-19 del hospital Arnau de Vilanova, en Lleida, admitía hace unos días en una emisora de radio local que están «como un corredor de maratón que cuando está llegando a meta le dicen que le quedan otros 42 quilómetros más».

Se da la circunstancia que algunos de los facultativos y personal sanitario o auxiliares adelantaron sus vacaciones al mes de julio ante la previsión de rebrotes cuando llegue la época de la gripe, a partir de octubre por lo que volvemos a escuchar ya voces que miran hacia los estudiantes de medicina de los últimos años como personal que podría ser contratado ante la inminente falta de personal.

Motivos más que suficientes para tener en cuenta los riesgos que tenemos de contagiarnos dependiendo de dónde estemos y cómo actuemos, porque no podemos olvidar que el virus sigue entre nosotros.

Por Jesús Abad

Periodista multimedia desde 1996

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