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Ataúd en llamas (coedición entre UArtes Ediciones y Mecánica Giratoria) es el nuevo título de la escritora y periodista quiteña Gabriela Ruiz Agila. La obra cuenta las vivencias y reflexiones de escritores y poetas nacidos o radicados en la ciudad puerto durante los días más duros de la crisis sanitaria por COVID-19.

Estos escritores fueron contactados por la autora, quien, tras muchas llamadas telefónicas, correos electrónicos, mensajes de texto y teleconferencias, empezó a contar la historia de cada uno en primera persona.

El género del testimonio, practicado por autores como Gabriel García Márquez en La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile o Svetlana Alexiévich en Voces de Chernóbil, resulta un ejercicio de empatía durante la crisis.

“Una parte de la ciudad está guardando cuarentena. Pero otra parte está muriendo en sus casas. Cuerpos en las veredas. Cuerpos en las calles. No hay quien retire los cuerpos, y es esta la otra emergencia sanitaria”.

Ataúd en llamas. Gabriela Ruiz Agila El título de la obra está inspirado en Ataúd de cartón, de César Dávila, y El llano en llamas, de Juan Rulfo, pero también en las acciones extremas que se tomaron para hacer frente a la otra crisis, la sanitaria, por el exceso de cadáveres, lo que llevó en un primer momento a las autoridades a informar que los cuerpos solo podrían ser cremados, para luego proponer como solución alternativa la producción de ataúdes de cartón a gran escala.

A continuación, podéis ver y escuchar la video entrevista que hemos realizado con la participación Gabriela Ruiz, escritora y periodista, Lucía Moscoso, editora de Mecánica Giratoria, Vicho Gabior, arquitecto y fotógrafo y José Miguel Cabrera, editor y periodista cultural.

Con su pluma, Ruiz personifica las voces de autores locales reconocidos como Solange Rodríguez, César Eduardo Galarza, Marcela Noriega o Francisco Santana, y de autores jóvenes con proyección como Amanda Pazmiño, Steph Apolo, Nicolás Esparza o Laura Nivela (estos dos últimos estudiantes de la Universidad de las Artes).

En esos relatos, la pandemia, la muerte, la flagelación y la esperanza se unen para tocar y exponer las fibras íntimas de aquello que a veces cuesta decir.

A lo largo de estas páginas, el reconocido fotógrafo y arquitecto guayaquileño Vicho Gaibor presenta un ensayo visual cuyos tonos, formas y colores entrelazan los relatos que hacen de Guayaquil esa pesadilla posible.

Las imágenes figuran un registro indeleble de lo que sucedía de la puerta de las casas para afuera, jugando con matices que agregan otras capas a la narrativa.

Las calles de Guayaquil se llenaron de una soledad salpicada por gente que no tenía dónde refugiarse del virus. En los testimonios de Ataúd en llamas yacen las diferentes verdades de un año que, en tan pocos meses, convirtió la ciudad en un sembrío de cuerpos y necesidades.

Ataúd en llamas se puede descargar gratis en el catálogo digital de UArtes Ediciones.

Descarga directa: clic aquí.

En marzo y abril Guayaquil se convirtió en un cementerio al aire libre. Al leer sus páginas, nos llega incluso el olor que esos días se respiraba en las calles de Guayaquil.

Según leemos en el libro, «el fin de semana del 28 de abril se recogieron 100 cadáveres de las casas en Guayaquil. Las temperaturas entre los 24 °C y 35 °C aceleraban su descomposición. La policía, paramédicos y servicios exequiales no se dan abasto. Es difícil diferenciar a quienes fallecieron a causa de coronavirus de otras enfermedades».

En la video entrevista que compartimos a continuación pudimos confirmar que había cuerpos en las calles de Guayaquil esperando ser enterrados o quemados.

Por Jesús Abad

Periodista multimedia desde 1996

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