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Pongámonos en situación. Un mercado municipal de una población de unos 13.000 habitantes que se reabre después del confinamiento y el primer día de reapertura hubo altercados entre los clientes porque se agolpaban en los accesos y ante los puestos. Al fin de semana siguiente, me encuentro vigilando el acceso sin ningún tipo de identificación (grave error) y recibo insultos del tipo:

¿Tú quién eres para decirme lo que tengo que hacer ni dónde me tengo que poner?

Se hace imposible lograr que las personas guarden la distancia de seguridad. Las preguntas son constantes:

¿Para qué es esta cola?

¿Si sólo quiero un quilo de tomates me tengo que esperar tanto?

Sí, hombre y eso por qué. Por que tu lo digas.

Ante la impotencia de estar en primerísima línea, con una mascarilla de 0.96 céntimos y unos guantes, pido un papel a una dependienta y me pongo a escribir cosas que desde mi punto de vista como comunicador considero hay que mejorar de cara al día siguiente:

Señalización adecuada (tanto en tierra como en las paredes). Se trata de que las personas pregunten lo mínimo posible y por supuesto que discutan lo mínimo posible.

Esta imagen es de Tokyo pero nos puede ayudar en los comercios de cualquier país del mundo.

El objetivo es claro que las personas mantengan una distancia de entre 1 y 2 metros para evitar el contagio del virus, no olvidemos que hay personas asintomáticas que pueden transmitirlo.

Control del aforo del local. Los carteles de aforo limitado que todos conocemos de antes de la epidemia han quedado desfasados y el aforo en estos momentos es mucho inferior si debemos mantener la distancia social.

Por ejemplo en un mercado municipal, hay que vigilar que no se concentre demasiada gente en unos puestos respecto a otros. Si volvemos al ejemplo inicial, hay un puesto de fruta que concentra mucha afluencia de clientes, por lo que nos vemos obligados a limitar el acceso a ese puesto a unos tres clientes y dejando una lista de espera en el exterior.

Control de accesos. Es muy importante establecer claramente cual es la puerta de entrada y salida del lugar. Si es posible, establecer un acceso de entrada y uno de salida, si no es posible poner una entrada principal de acceso a personas con movilidad reducida y establecer dos direcciones.

En este caso, al no conseguir cinta adhesida para poner en el suelo y formar una flecha, lo hicimos con una tiza de la pizarra del bar. Parecía insuficiente, pero os puedo asegurar que fue efectivo. Así establecimos un pasillo de entrada y uno de salida, separados por unas vallas, un sistema que es habitual en conciertos o eventos que congregan a un gran número de personas.

Indicaciones verticales y horizontales para que cualquier persona viese claramente el sentido en qué debía desplazarse y no tuviese motivo para preguntar. (Recordemos que nuestro objetivo es que no se propague el virus).

Para que todo el mundo supiese el motivo de tantas personas en fila, colocamos un papel impreso que traje de casa dónde se podía leer «Cola Frutería». Podríamos haberlo puesto de otra manera, sí, pero un domingo a las 8 de la mañana en plena epidemia, fue el recurso más a mano que encontramos y que pudo salir de una impresora doméstica.

Separación y espera en la cola. Como si de bases de béisbol se tratase, establecimos unas marcas en el suelo de posiciones dónde debía quedarse cada uno de los clientes que aguardaban en la cola para mantener el orden y una distancia mínima de seguridad. Costó inicialmente pero poco a poco ellos mismos se iban avisando unos a otros y argumentaban que el sistema funcionaba. «No como la semana pasada, que tuvo que venir la policía y protección civil y hasta cerraron el mercado porque había gente que se peleaba», explicaba una señora.

Son unas simples cruces y líneas hechas con tiza, pero fueron efectivas y durante 6 horas sirvieron para que las personas respetaran su distancia y su turno.

Identificación del personal en los accesos. Puede ser un simple chaleco reflectante, pero os puede ayudar a que las personas identifiquen que no eres un cliente que espera e interpreten que estás allí para ayudarles. En este caso, el uso de mascarilla FP2 es más recomendable, especialmente si está previsto que la jornada sea larga. Las mascarillas quirúrgicas, que son las más habituales, sirven para unas 2 o 3 horas en realidad, las FP2 ofrecen más protección pero hay que tener en cuenta que impiden respirar bien por lo que hay que tener precaución en su uso si debes hacer mucho esfuerzo.

Es recomendable llevar varios pares de guantes (por si se rompen los primeros), gel desinfectante e intentar gestionar bien el tiempo de exposición en los lugares más concurridos intentando no acercarse a las personas y hablar lo menos posible.

Hay que pensar que en poblaciones pequeñas, en las que todo el mundo se conoce, o si por tu trabajo muchas personas te van a saludar, mantener la distancia social es más difícil y verás personas que se llevan por los impulsos después de tanto tiempo sin verse y ante la incertidumbre que vivimos desde hace meses.

Recordemos que el uso de mascarillas es obligatorio en los lugares de concentración de personas y el gel en las manos o guantes fundamental antes de pasar la puerta de entrada. Después de dos días en el acceso del mercado municipal de La Llagosta, una población de unos 13.000 habitantes en la provincia de Barcelona, creo que estas medidas que ayer aplicamos y que fueron efectivas, pueden ayudar especialmente a quienes estos días abrirán su comercio y tienen el cometido de gestionar espacios públicos como un mercado municipal. No soy experto, soy periodista, pero creo que esta situación es tan nueva para todos que todos estamos en constante aprendizaje, los expertos en coronavirus tal vez ni siquiera han nacido a día de hoy. Como conclusión sí que gustaría recordar que es fundamental una buena señalización para evitar que las personas se tengan que comunicar en exceso, llevar una lista con lo que se necesita comprar para reducir al máximo el tiempo de exposición y así el riesgo de contagio. Y si a pesar de todo, alguien al verte se quita la mascarilla, te sonríe y te dice: ¿Pero por qué no me abrazas, si no pasa nada? Una posible respuesta es: «No te abrazo, porque te quiero».

Por Jesús Abad

Periodista multimedia desde 1996

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